EL JUEGO DE ARCIBEL

La pretendida ficción que se oculta en un país inexistente, Miranda, con personajes inexistentes (solo sus nombres) solo son formas de la realidad que guionizan una historia de las tantas que tanto ha padecido nuestra América, que tanto hemos padecido.

No podemos pensar que vimos mucho de los procesos dictatoriales, si aun no vimos este film. Con un interesante y creativo argumento que no deja de cristalizar sucesos comunes ya vividos, pero que enriquece las posibilidades de ser plenamente consciente de donde se puede partir, por donde se puede transitar y a donde se puede llegar.

Un periodista detenido por error en un país gobernado por décadas por un dictador, es fiel a sus conocimientos, a sus prácticas y desde ellas genera metodologías de enfrentamiento, para él pasivas, pero que podrán llegar a ser activas y liberadoras.

Se enriquece el film con una participación de actores de varios países de América, esto da una visión de síntesis, que nos lleva a saber que los represores han sido casi siempre iguales. 

Aunque hay limitaciones de producción y también actuaciones mejorables, Grandinetti resalta desde su lugar preferido: enigmático, profundo, filosófico, metafórico, pero siempre parado en la realidad que le toca vivir.

El paralelismo entre un juego y la vida, el pensarse dentro del tablero de ajedrez siendo uno el propio rey para derrocar al otro rey, lleva a pensar en cada paso de la vida, en tomar parte, hasta en superar lo que ya está inventado, reglado, para crear su propio juego, el de Arcibel Alegría.

Un juego que se crea desde lo existente, la misma realidad lo hace nacer y día a día se van inventando las consignas y estrategias a fin de poder llegar al objetivo final.

Hay que verla, el film nos brindará como se resite, como se hace resistencia y como nunca, nunca entenderán que no se puede frenar lo que brota desde lo mas profundo: la creatividad, la libertad y el sentido de estar vivo.

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